domingo, 5 de mayo de 2013

Caracas, espacio amoroso

Nacida en la ciudad de Maracay, después de vivir dos años y medio en Mérida y regresar de nuevo a Caracas -aunque estoy en las afueras-, me reencuentro con amor en esta ciudad, pese a que tanto deseo abandonarla... A veces el amor es así. Hay un amor profundo con esta urbe en la que encuentro poesía, dureza, solidaridad, espacios amables, lucha tenaz por la sobrevivencia, ternura infinita en tantos gestos de liviandad.
Y es que como pensaba en estos días, me une a esta ciudad no solo el mucho tiempo que en ella he vivido, sino mi propia historia: en la vieja zona de La Pastora nació mi madre Isabel y así vivió en varias localidades hasta marcharse pequeña a Maracay con su padre. Igual, mi abuelo Dionisio Maracara, oriundo de Choroní, también pasó muchos años aquí hasta su muerte y es sitio donde ha vivido y vive buena parte de mi familia. ´
Por amor a ella, descubriendo sus rincones, ahora la descubro a través de la fotografía. Hoy rebuscando cosas en mi computadora, me encontré con este poema de Cabrujas y pensé que no era casualidad, que debía dejar constancia de mi afecto a esta ciudad, que tanto me ha dado.




No hay fanfarrias solemnes


Circa 1978

Conviene recordar a veces
Que se trata de un valle y de unas gentes
Y de un lugar de paso
Que nadie vino a quedarse demasiado
Porque todos los carteles que medían la distancia
Hablaban de exilio y mientras tanto
Que las casas se entendían en los planos
Con esa facilidad de los cuadrados
Que no hubo un ser con imaginación de triángulo
Que fue un lugar de obstinados terremotos
Que Catedral fue un por decir y no una torre
Que eran hombres de prisa
Y que cualquier constancia partió de una derrota
Conviene recordar que fue ciudad de locos
Al norte de una empresa
Que entrar en ella era bajar de la montaña
Y que todo iba a ser mejor mañana
Que una cosa antes de ser, se parecía
Así la gente, así la música
Así esta historia
Siempre al norte, mientras tanto y por si acaso.