sábado, 18 de julio de 2020

“El Señor Dios pasa de improviso en el viento”

Hablamos de Thomas Merton: monje trapense, poeta, místico e intelectual comprometido con los problemas de su tiempo

Carmen Isabel Maracara


Thomas Merton es una figura que enlaza la tradición del monacato occidental, de silenciosa contemplación, con un decidido accionar en el mundo de su tiempo, apuntando, con voz profética, sobre las terribles consecuencias de la guerra, el racismo, las desigualdades sociales y a su vez por la necesidad de renovación de la iglesia a la perteneció y amó hasta morir en 1968, electrocutado accidentalmente en Bangkok. 
Hasta allí habría llegado el monje trapense, escritor y una de las voces más cimeras del misticismo occidental contemporáneo, luego de recorrer parte de Asia en un encuentro interreligioso que incluyó un contacto personal con el Dalai Lama y que concluyó con una conferencia sobre nuevas perspectivas monacales, su última conversación antes de morir.
El padre Louis, su nombre religioso, nació el 31 de enero de 1915 y fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1949. Fue un gran maestro espiritual que iluminó el camino contemplativo de muchas personas, tanto dentro como fuera de la iglesia católica. 

Vida en los otros 
Aunque permaneció 27 años en el monasterio de Nuestra Señora de Getsemaní, desde el 10 de diciembre de 1941, en Kentucky, Estados Unidos, de la orden del císter, marcada por la contemplación y un silencio exigente, Merton fue muy activo en la defensa de los derechos humanos, el pacifismo, en la condena a su país de adscripción por la guerra de Vietnam, pues aunque nació en Francia se nacionalizó estadounidense en la década de los 50, lo que le ganó no pocos cuestionamientos tanto dentro como fuera de su círculo religioso. El diálogo interreligioso entre Oriente y Occidente, formó también parte de sus búsquedas. 
Esta contemplación activa, sería la base de un humanismo cristiano, que parte de la idea, si lo decimos con palabras de Merton, de concebir el mundo en una danza general, en la que estamos insertos todos: "Estamos invitados a olvidarnos adrede de nosotros mismos, a arrojar a los vientos nuestra horrible solemnidad y a unirnos a la danza general". O como también escribiría: "los hombres no son islas ni luminarias independientes”. Estas preocupaciones la vertió el místico en buena parte de su obra ensayística.
En ese diálogo y encuentro con el Otro, el monje no excluyó la pasión amorosa, sobre la que dejó evidencia en sus diarios y en una colección de poemas titulada Eighteen poems, la que se publicó luego de su muerte en un tiraje limitado de 250 copias, por deseos expresos de su autor. Merton vivió un intenso romance con una joven enfermera, Margie Smith, durante varios meses en 1966; un amor turbulento y desgarrado al límite y al que renunció para continuar en su camino como religioso, pese a que mantuvo correspondencia con ella hasta poco tiempo antes de fallecer. 

Vida y escritura 
La vida de Thomas Merton, quien habría nacido en Prades, Francia, en 1915, estuvo marcada por la libertad creativa, pues sus padres fueron estudiantes de arte en París y posteriormente su progenitor se dedicó a la pintura.
Para Merton, escribir era su forma de comunicarse con su propio yo, con Dios y con el Otro, por lo que nunca abandonó la pluma, pese a un intenso cuestionamiento interior sobre la paradoja de su vida monástica, que imponía cierto grado de reclusión frente el camino hacia el exterior que marcaban sus escritos.
Justo para comulgar con una inmensa necesidad de paz, sosiego y silencio, en los últimos años de su vida monástica (1965), logró el permiso de su Abad para retirarse a una ermita y dejar la responsabilidad de maestro de novicios que le había ocupado gran parte de su tiempo en Getsemaní.
Thomas Merton falleció el 10 de diciembre de 1968. Su obra incluye clásicos como La Montaña de los siete círculos (1948), su autobiografía y su libro más conocido, traducido a 28 idiomas; El signo de Jonás (1953), Semillas de contemplación (1949), pero fue autor de más de 50 libros y unos 300 artículos sobre temas sociales, políticos o literarios.

VI
Escribirte
Es como escribir a mi corazón
Tú eres yo mismo
Esta soledad
(Este silencio, el limón y el ron)
Trópico polar de luciérnagas
Ausencia de música)
Me posee
Como si fuese tu misma soledad
Explorando mi oscuro bosque
Y mi casa olvidada
Para reencontrarse también ella.

(Fragmento de: Eighteen poems).

El signo de Jonás

El Señor Dios pasa de improviso, en el viento,
cuando la noche desciende sobre la tierra.

(Fragmento)

Plegaria

Estar aquí en el silencio de la filiación en mi corazón
es ser un centro en el que todas las cosas convergen en ti...
Por eso, Padre, te pido que me conserves en este silencio
para que aprenda de él la palabra de tu paz
y la palabra de tu misericordia
y la palabra de tu gentileza
dicha al mundo;
y que a través de mi quizá tu palabra de paz se deje oír
donde durante mucho tiempo no ha sido posible que nadie la oyera.

Del libro Conjeturas de un espectador culpable (1966)