La casa es este sitio que amasan mis manos,
apenas un espacio tibio dentro de mi corazón donde puedo acurrucarme y rodearme
con mis brazos. La casa es un baúl donde cabe mi risa, la de aquella niña rubia
que jugaba con su hermano al fondo de su casa, de castillos y príncipes de
reinados remotos. Donde está aquel llanto desconsolado del día de mi bautizo
porque me dejaron olvidada encima de una mesa, quizás solo segundos, un siglo
para mí. Es el lugar de mi silencio, donde acontece mi paz, mi sosiego interior,
la calma para encontrarme conmigo misma, para hallarme. Donde está mi madre
acompañándome en las noches, conjurando mis miedos; donde mi padre guarda sus
listones, el serrín y la divertida viruta metálica que salta en el imán. Donde
habita este amor que me colma y me proteje. Donde mis amigos hacen fiesta y se
escucha la voz de Leyma, de Ana María, de Fabiola, de Jorge, de Petra, de
tantos… Donde mis hermanos y yo compartimos la escasa comida de entonces o el
divertido y abundante encuentro de los años más cercanos. Donde habita Dios en
el señorío de mi vida.
7-9-2007