Yo creo que tenía 3 a 4 años, no más. Mauricio, el menor de
los 8 varones que me antecedieron, pero mayor que yo 2 años, era mi infaltable
compañero de juegos, mi “hermanito”, al que reclamaban mis padres si no hacía
todo el camino de colegio de mi mano, algo a lo que podía saltar porque él iba
entre amigos y yo, muerta de celos, llegaba antes a casa para reafirmar que me
había dejado sola en el camino y por tanto, él se ganaba un regaño. Pero eso
fue más tarde, cuando yo cumplí 7 años y pude alcanzarlo en el colegio. Él ya
llevaba dos años estudiando, por tanto ya tendría amigos y amigas con quienes
hacía el recorrido, pero ahora me incorporaba yo, dispuesta a ocupar mi espacio
único de hermana. Yo creo que tenía unos 3 años, el recuerdo se difumina. Compartíamos
un triciclo, que además del conductor principal, tenía un puesto trasero para
un acompañante. Quizás mis padres lo compraron así, de doble puesto, porque no
había para comprar dos. Y claro está, ambos queríamos un triciclo. Yo lo
recuerdo color verde. Pero como yo era la menor de 9 hermanos, la única niña,
pues lloraba ante cualquier cosa, me antojaba de lo mío y lo no mío y la cosa
solía salir bien. Pero esa vez no fue el caso. Mauricio siempre le tocaba el
puesto de atrás, no había forma de que yo quisiera abandonar el puesto del
conductor, por lo que al final terminábamos llorando los dos: él porque yo no cedía
y yo, cuando me quitaban de allí mis padres. Pero ese día, mi papá se obstinó,
dijo que no sería para ninguno de los dos y el triciclo fue a parar al techo de
la casa. Mi papá lo lanzó al techo y sanseacabó. Creo que los dos enmudecimos.
Han pasado los años y me siento todavía culpable por la pérdida del triciclo
verde… Luego, ambos lo olvidamos. Hay que decir que Mauricio, tenía y tiene un corazón
de oro. Pensé que ya de grande, la pena se volvería alegría que regresaría en
forma de bicicleta, así que opté por pedir al El Niño Jesús el artilugio de dos
ruedas, pero nunca llegó. Así que nunca aprendí en serio a manejar bicicleta. Y
creo que Mauricio tampoco. Alguna vez una prima me prestó una, llamada “de
paseo”, bajita, para principiantes y la manejé con torpeza algunas veces. Luego
nunca más. ¡El triciclo verde no tuvo competencia!
Foto: ¡Habría que preguntar a Manuel Almirall-Vall de dónde la sacó!