lunes, 25 de noviembre de 2013

Horizonte urbano


                                           A mis primos Juan Carlos Araujo y Rusnies Arimendi
                                            y claro está, a Maria Francheska Arismendis
 


 Allí los sueños se enmarañaron,...
junto a los postes de luz.
Cada esperanza rota se volvió hilo inservible
apenas sumado a lo negado desde siempre.

Son las 5 de la tarde en la Lebrún de Petare,
cae la noche y la calle se llena de incendios.

Hay que apurar el paso, pues los hilos,
que no son los de Ariadna,
pueden atraparte en su red de pólvora,
y la calle pasará a ser la casa de un rey en moto,
que a sus dieciséis años ,
gira y gira sobre su territorio
hasta arrinconarnos.

Y repito,
son las 5 de la tarde en Petare,
paso debajo del laberinto de cables de luz. .

Atrás se queda el dolor de muertes inexplicables,
el pesar de los desamparados de mi país,
cuyos sueños se enmarañan tantas veces,
a falta de un cielo límpido, azul esperanza.

Las 5 y un poco más y ya casi entro al metro,
alguien grita por mí,
pero no sabe mi nombre
y bajo en rápida huida por las escaleras,
voz de hombre imponente,
de asalto, que no obedezco,
pues la ciudad me enseñó,
el inquieto sentido de la duda.

Ciudad de motos, limones en la calle, tomates,
parada de buses, ciudad a pedrada limpia. Ciudad sitiada.
Ando lejos. Y yo que soñé un pedazo de cielo,
tengo también mi propio horizonte de marañas,

cuatro paredes que también apresan.


¿Cuánto costará
un pedazo de cielo para todos?



Petare, 18 de septiembre de 2013.

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